El
pasado 6 de febrero tuvimos la suerte de contar con la presencia de la escritora
zaragozana Ana Alcolea en nuestro centro.
El
motivo de esta visita era adentrarnos en el universo literario de dos
de sus apasionantes novelas juveniles: El
retrato de Carlota
(leída por alumnado de 1º de ESO) y El
medallón perdido
(2º de ESO).
Para
presentar a Ana Alcolea y plasmar breves pinceladas sobre ambas
obras, contamos con la generosa ayuda de dos alumnas de 1º de ESO (
Soraya y Andrea) y de un alumno de 2º
ESO (Isaac).
Posteriormente,
a través del discurso de la escritora, de las imágenes proyectadas
y de las preguntas de nuestro alumnado, pudimos conocer con más
detalle las dos novelas y cuestiones que no aparecen en ellas.
Ana
Alcolea comenzó con una serie de preguntas: “¿Os
dais cuenta de que cuando leéis un libro vosotros también estáis
creando? ¿Habéis imaginado todos de igual manera a Benjamín o cómo
era el collar de Carlota? Seguro que no. Y es que las palabras tienen
el poder mágico de la evocación.”
Tras
profundizar en este aspecto, nos introdujo en las emociones. Siempre,
según ella, sus novelas surgen de las emociones. Así, El
medallón perdido
es fruto de un fuerte impacto emocional, ya que empezó a escribir
esta novela de aventuras pocos meses después de la muerte de un
primo suyo en avioneta en África. Benjamín, el protagonista de esta
novela, también va a ese continente a conocerse a sí mismo y sus
raíces después de que su padre falleciera mientras sobrevolaba
tierras africanas en avioneta.
Algo
parecido ocurre con los objetos personales. Un objeto puede
convertirse en inspiración para crear una obra. Alcolea nos relata,
para ejemplificarlo, la infancia de su madre. Eran tiempos difíciles
y no contaban sus padres con una economía boyante para poder tener
muchos juguetes. Sin embargo, una vecina suya (que había sido rica
antes de la guerra ) les hizo entrega de una caja de juguetes. En
aquella caja, la madre de Ana halló mientras jugaba unas cuentas de
cristal que unirían y formarían un collar. Con el paso del tiempo,
Ana viaja a Venecia y se lleva el collar para investigar, pues por su
aspecto siempre pensó que podía ser de allí. Preguntó, pero no
halló respuesta. Una tarde se dirigió a la sala de los retratos y
de los espejos del Café Floriani y pidió una taza con chocolate.
Los retratos, los espejos, un beso de chocolate, el café Floriani,
Venecia….aparecen en El
retrato de Carlota.
Por
otra parte, un aspecto que muchos alumnos y alumnas desconocían era
que en ambas novelas aparecía un mismo personaje. Ana Alcolea
pregunta “¿Con qué frase termina El
medallón perdido?”
Algunos responden “…con la palabra fin”, pero otras voces,
entre ellas la propia escritora lo dejan claro: “..con la frase:
¿Hace usted jarabe de rosas?”. El personaje que elabora jarabe de
rosas en El
medallón perdido
es la tía Ángela. En esta novela su presencia es casi nula; sólo
sabemos que es escritora, que hace jarabe de rosas, que es italiana y
poco más. Pero su creadora, Ana Alcolea, nos dice que muchas
posibilidades en este personaje y decide introducirlo en El
retrato de Carlota,
aportándole mayor protagonismo.
No
solamente tenemos como nexo de unión de ambas novelas al personaje
de Ángela. Para aquellos que no hayan leído la otra novela tenéis
que saber que ambas son novelas de búsqueda por parte de sus
protagonistas (Benjamín, Carlota), de viajes al extranjero (África,
Venecia), de referencias culturales (árboles iboku, rituales
africanos, música…), de valores comunes (amistad, amor,
cooperación…), de objetos personales (un medallón, un
collar),etc.
Las
imágenes que se proyectaron sobre El
medallón perdido
y la cultura africana dio pie a muchas preguntas. Conmovió
especialmente el momento en el que se hacía referencia a que muchas
tribus rechazaban a los niños albinos por su color de piel porque
creían que atraían la mala suerte.
Está
claro que la charla fue amena y gustó muchísimo. Ello se percibió
en el fortísimo aplauso final y en los comentarios de los alumnos y
alumnas.
Ana
Alcolea concluyó firmando y escribiendo ejemplares.
Muchísimas
gracias, Ana. Hasta pronto.
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